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martes, 2 de octubre de 2012

Ley de Dolbear: el grillo como termómetro


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Acabo de leer un pequeño artículo en el National Geographic tan sorprendente que si lo llegan a publicar el 28 de diciembre pensaría que es una de esas disparatadas bromas periodísticas. Pero no, es real y tiene un título tan estrambótico como ¿Hace calor? Pregúntele a un grillo. Aunque habla de un descubrimiento científico no se trata de algo reciente sino formulado ya en 1897: la llamada Ley de Dolbear.

Amos Dolbear fue un profesor estadounidense de Física que trabajó en las universidades de Kebtucky y Massachusets. También hizo sus pinitos como inventor y, de hecho, ideó el teléfono 11 años antes que Graham Bell (el cual le ganó el juicio de patente por haber registrado antes el suyo), al igual que creó también un telégrafo inalámbrico cuya patente le compró después Marconi. Pero aquí nos interesa lo de ley que lleva su nombre.

Dice ésta que existe una relación entre la temperatura ambiente y la frecuencia con que un grillo canta. Es más, la cantidad de cri-cris por minuto que realiza el insecto permite determinar, mediante una ecuación, cuántos grados hay en el aire. Esa ecuación sería T= 50 + (N-40)/4, teniendo en cuenta que T equivale a temperatura pero en grados Farenheit y N al número de cantos por minuto del grillo.

Hay un ejemplo simplificado: se suman los cri-cris que el grillo emite en 15 segundos y se le suma el número 40, obteniendo así la temperatura aproximada. Es decir, T= N’ + 40. Si se quiere calcular en la escala Celsius, que es la que usamos aquí, la fórmula sería T= 10 + N-40)/7. Aplicando otra simplificación parecida, se miden los cri-cris emitidos durante 8 segundos y se les suma 5; o sea, T= N’ + 5.

Dolbear explicó este descubrimiento en un artículo titulado The cricket as thermometer (El grillo como termómetro) y, aunque hay que aclarar que para sus estudios utilizó una especie concreta, el grillo arborícola de las nieves (cuyo nombre científico es Oecanthus fultoni), de color verde y con largas patas y antenas de manera que parece una mantis, la mayoría de los grillos comunes sirven para hacer el cálculo. Al parecer se debe a que la frecuencia de cantos aumenta con el calor, al tratarse de animales de sangre fría.

La Naturaleza nunca dejará de fascinarnos.