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lunes, 5 de noviembre de 2012

Laika, la primera cosmonauta del planeta Tierra


¿Quién dijo que un perro no podía cambiar la historia? Si hay algún animal que ha marcado la conquista del espacio, ésa es Laika, una pequeña perrita callejera de dos años que se convirtió ahora hace 55 años en el primer ser vivo en alcanzar el espacio. Pero el triunfo de Laika fue agridulce, porque fue al mismo tiempo la primera víctima de la carrera espacial.

Laika, la primera en el espacio.

Tras el éxito que supuso el lanzamiento del Sputnik, el Ingeniero Jefe Serguéi Koroliov estaba exultante. El primer satélite artificial de la Tierra había sido posible gracias a una concatenación de eventos. Por un lado, los militares habían permitido que Koroliov usase su valioso misil R-7 Semiorka en sus aventuras espaciales con la condición de que llevase a cabo dos vuelos con éxito con mínimo. Esta condición se cumplió durante el verano de 1957, pero los fracasos iniciales del R-7 preocupaban a Koroliov.

Por otro lado, en los dos primeros lanzamientos del R-7 de carácter militar, la cabeza de reentrada destinada a albergar el arma nuclear se había desintegrado durante la reentrada sobre la península de Kamchatka. Los militares no iban a lanzar más misiles R-7 hasta que estuviese diseñada una nueva cabeza, así que en octubre de 1957 Koroliov se vio de repente con la necesidad de lanzar otro satélite cuanto antes. Si se retrasaba demasiado, cabía la posibilidad de que el nuevo satélite fuese pospuesto por culpa de las pruebas militares.

Koroliov aprovechó el entusiasmo mediático creado por el Sputnik para apelar directamente a Nikita Jruschov. El Ingeniero Jefe se entrevistó con el líder soviético poco después del lanzamiento del primer satélite artificial. Curiosamente, fue el propio Jruschov el que decidió sacar el tema y le preguntó a Koroliov si era posible lanzar otro satélite antes del 7 de noviembre, a tiempo para el 40º aniversario de la Revolución Bolchevique de Octubre (sí, la Revolución de Octubre se celebraba en la URSS en noviembre. Cosas del cambio de calendario juliano a gregoriano que tuvo lugar después de la revolución de 1917).

Koroliov respondió sin dudarlo un segundo: 'podemos poner un perro en órbita'. Jruschov quedó maravillado ante la idea, aunque insistió en que el lanzamiento debía tener lugar antes del aniversario de la Revolución. ¿De dónde había sacado Koroliov semejante idea? ¿Se trató de algo improvisado? En absoluto. La oficina de diseño OKB-1 del Ingeniero Jefe gozaba de una amplia experiencia en vuelos espaciales con animales, aunque todos ellos en misiones suborbitales. En una fecha tan temprana como 1951, la URSS se había convertido en el primer país en enviar animales al espacio y recogerlos con vida, lanzándolos en una trayectoria suborbital por encima de la subjetiva frontera de los cien kilómetros de altura. Las protagonistas de esta gesta fueron Tsygan y Dezik, dos perritas que volaron en un cohete R-1V lanzado desde la base de Kapustin Yar.

Claro que por entonces esta hazaña pasó desapercibida fuera de la URSS, más que nada porque el gobierno de Stalin no quería atraer la atención sobre el  programa de misiles soviético. Hasta septiembre de 1957 se realizaron un total de veinte lanzamientos suborbitales de cohetes R-1 y R-2 con perros. Desgraciadamente, no todos resultaron un éxito y cuatro perras (Dezik -sí, la cosmonauta pionera-, Lisa, Bulba y Lisa 2) murieron en dos accidentes.

La idea de mandar animales al espacio había surgido, como no, del propio Koroliov. En 1949 Koroliov contactó con el Instituto de Medicina de la Aviación en Moscú para estudiar la viabilidad de los experimentos con animales a gran altitud como preparación de cara a un posible vuelo espacial tripulado. Como vemos, ya por entonces Koroliov pensaba en poner un hombre en el espacio y no estaba dispuesto a dejar las cosas al azar. Como resultado de las maniobras de Koroliov, el médico del ejército Vladímir Yazdovski fue puesto al mando de una nueva sección del Instituto de Medicina de la Aviación dedicada a los vuelos espaciales con animales.

Serguéi Koroliov (derecha) con Yazdovski.

Yazdovski sería la figura que estaría detrás de todos las misiones espaciales soviéticas con animales a bordo, acompañado a partir de 1955 por Oleg Gazenko. Lo primero que tuvo que decidir el equipo de Yazdovski fue qué tipo de animal debían usar. Se estudió la posibilidad de emplear conejos, ratones o reptiles, pero finalmente se decantaron por los perros. Los soviéticos conocían el trabajo que los norteamericanos estaban llevando al otro lado del telón de acero con monos, pero Yazdovski consideraba que los monos eran demasiado nerviosos y agresivos para esta tarea. Las similitudes fisiológicas con los humanos no compensaban la pesadilla logística que suponía trabajar con simios.

Se acordó usar perros pequeños (de 6 a 8 kg) para que pudiesen caber cómodamente dentro de una cápsula espacial. Preferentemente hembras -por ser más tranquilas que los machos- y a ser posible de color blanco, para que pudiesen ser fotografiadas con facilidad. Para los vuelos suborbitales se decidió mandar parejas de perritas, ya que se había observado que dos animales juntos se comportaban mejor que uno solo.

Cápsula para animales en vuelos suborbitales de misiles R-2 (RKK Energía).

En diciembre de 1950 comenzó el 'reclutamiento' de perros espaciales. Yazdovski aceptó perros entregados por familias o conocidos del personal del Instituto, aunque finalmente la mayoría serían perros callejeros recogidos en las perreras municipales de Moscú. El equipo de Yazdovski pensaba que los perros abandonados serían más 'duros' y tranquilos que las mimadas y nerviosas mascotas caseras. En la primera tanda se reclutaron 24 perros, de los cuales 17 serían entrenados para misiones espaciales. Pero algo debían olerse los canes, porque algunos no se mostraron muy entusiasmados con la idea de viajar al espacio. La perra Smelaya se escapó el día antes de su lanzamiento en agosto de 1951, aunque fue recuperada y completó su misión. Otro fugitivo, Rozhok, tuvo más suerte y logró evadirse. Nunca fue encontrado y hubo que buscar un sustituto (Zib).

Después de lanzar seis cohetes con perros en misiones suborbitales en 1951, entre 1954 y 1956 tuvo lugar una segunda serie de misiones con un total de 9 lanzamientos. Todos estos vuelos se llevaron a cabo usando cohetes R-1B, R-V, R-1D y R-1E, los cuales podían alcanzar una altura de unos cien kilómetros. En mayo de 1956 dio comienzo una nueva etapa en los vuelos suborbitales con animales al introducirse el cohete sonda V-2A, basado en el misil R-2A. Mucho más potente que el R-1, el R-2A podía alcanzar una altura de 212 kilómetros. Los perros sufrirían una aceleración de 6 g, pero a cambio disfrutarían de 360-370 segundos de ingravidez. El primer vuelo con el R-2A tuvo lugar el 16 de mayo de 1956 y las protagonistas fueron las perras Ryzhaya y Damka. Durante los siguientes vuelos, a algunos de los perros se les suministró narcóticos para comprobar su comportamiento en ingravidez con respecto a sus compañeros.

Cohete V-2A, un misil R-2A modificado (RKK Energía).

Como vemos, en octubre de 1957 la URSS gozaba de una amplia experiencia en vuelos suborbitales con animales. Koroliov sabía lo que decía cuando le propuso a Jruschov lanzar un perro a la órbita terrestre. Ahora quedaba concretar los detalles, que no eran pocos. Los vuelos suborbitales apenas tenían unos pocos minutos de duración, así que los ingenieros no se habían visto obligados a desarrollar complejos sistemas de soporte vital o de regulación de la temperatura necesarios para una nave espacial 'de verdad'. Pero lo más grave era que carecían de la tecnología para hacer regresar a un animal desde la órbita. Los escudos térmicos de ablación requeridos para soportar una reentrada atmosférica a 8 km/s estaban siendo perfeccionados en ese momento y en cualquier caso no había tiempo suficiente para construir una nave espacial completa. La primera y más dura decisión que tuvieron que tomar los ingenieros de la OKB-1 fue por tanto seguir adelante sabiendo que no había posibilidad de traer de vuelta al 'cosmonauta'. El viaje sería únicamente de ida. El perro elegido moriría en el espacio.

El 12 de octubre de 1957 se reunió la cúpula de la OKB-1 para decidir cómo construir el segundo satélite de la historia. Koroliov contaba con un cohete R-7 modificado (8K71PS) similar al que había lanzado el primer satélite artificial, así como una copia de reserva del primer Sputnik denominada PS-2 (Prosteishi Sputnik, 'satélite simple'). De hecho, la idea original había sido lanzar el PS-2 en una repetición de la primera misión orbital, algo que no resultaba demasiado atractivo. Pasaron los días y el proyecto Sputnik 2 seguía sin estar concretado. Los ingenieros carecían de documentación final y las improvisaciones estaban a la orden del día. Algo normal si tenemos en cuenta que todo el programa fue concebido y desarrollado en menos de un mes.

Cohete R-7 8K71PS.

Los ingenieros de la OKB-1 decidieron usar el PS-2 sin apenas modificaciones para aprovechar sus componentes. Bajo el PS-2 se montaría la cabina presurizada con el perro, construida para los vuelos suborbitales de animales en misiles R-5. La OKB-1 planeaba lanzar los primeros perros a bordo de cohetes R-5 en 1958 para llevar a cabo vuelos suborbitales que superasen los 400 kilómetros de altura. El concepto no era del todo nuevo y ya Mijaíl Tijonrávov -fiel ayudante de Koroliov- había suegerido usar un contenedor modular junto con una copia del Sputnik para efectuar misiones especializadas. La cabina recibía el nombre técnico de GKZh ('cabina presurizada del animal') y era básicamente un cilindro de aluminio de 80 centímetros de longitud y 64 centímetros de diámetro dotado de una escotilla en un extremo. La escotilla tenía una pequeña ventanilla, no tanto para que el perruno ocupante disfrutara de las vistas desde la órbita como para permitir su control por parte del equipo de tierra mientras el animal estuviese en la rampa.

Configuración del Sputnik 2, con la cabina para el animal bajo el PS-2 (RKK Energía).

La cabina estaba dotada de reservas de oxígeno para siete días y un sistema de soporte vital capaz de regular la temperatura y humedad del interior. En realidad, el oxígeno estaba almacenado en forma de óxido de potasio, que liberaba oxígeno al reaccionar con dióxido de carbono y agua. Un contenedor de tres litros almacenaba agua suficiente para siete días. La comida estaba almacenada en pequeños cartuchos agrupados en una cinta que iban saliendo cada cierto tiempo y que podían durar veinte días. El perro estaría sujeto al interior de la cabina mediante unas cadenas unidas al pequeño 'traje' que le rodeaba el tórax. El traje y las cadenas permitían no obstante que el perro se pusiese de pie, se echase o se levantase dentro de la cabina, aunque no podía darse la vuelta.

Para poder aprovechar al máximo los sistemas de telemetría Tral de la etapa central (Blok A) del cohete R-7, el Sputnik 2 no se separaría del lanzador una vez en órbita. Es decir, el Sputnik 2 sería en realidad todo el cohete Semiorka, salvo por el pequeño cono protector que se eyectaría una vez alcanzada la órbita. Con una masa de 508,3 kg, el Sputnik 2 sería el satélite más pesado construido hasta la fecha y llevaría los primeros instrumentos científicos que alcanzaron el espacio. Sobre la esfera del PS-2 se instaló un detector de radiación ultravioleta y rayos X diseñado por Serguéi Mandelstam, del Instituto Lebedev de Física, mientras que en la etapa central se colocó un detector de rayos cósmicos denominado KS-5. El KS-5 estaría dotado de su propia batería y, para ahorrar electricidad, tenía que ser activado manualmente en la rampa de lanzamiento con el cohete cargado de combustible hasta los topes. El sistema de telemetría Tral había sido diseñado por Aleksey Bogomolov y sería capaz de transmitir los signos vitales del perro, así como una rudimentaria señal de televisión del sistema Seliger, capaz de emitir diez imágenes de 200 líneas por segundo. El Sputnik 2 emitiría una señal 'pública' similar a la de su predecesor (en 20 y 40 MHz) y otra de telemetría 'secreta' en 66 y 70 MHz. La telemetría se grabaría para posteriormente emitirse en sesiones de quince minutos mientras la nave sobrevolaba territorio de la URSS.

El Sputnik 2 estaba unido a la etapa central del R-7.

Una vez finalizado el diseño del Sputnik 2, quedaba por elegir a su ocupante. No había tiempo para entrenar a un perro específicamente para esta misión, aunque todos los canes del equipo de Yazdovski habían recibido un entrenamiento genérico para aguantar en cabinas de pequeñas dimensiones. Se preseleccionaron diez perros, pero finalmente sólo tres perritas pasaron el corte: Laika, Albina y Muja. La decisión final no sería fácil, especialmente sabiendo que el animal elegido moriría sin remedio en el espacio. Albina había volado en dos ocasiones a bordo de un cohete R-1E y tenía cachorros, así que sus cuidadores prefirieron dejarla como 'reserva' en un gesto de agradecimiento por su contribución a la ciencia. Muja ('mosca') podría haber sido la elegida, pero un pequeño defecto en una de sus patas no la hacían demasiado fotogénica, así que fue nombrada 'Perro Tecnológico' y se encargaría de ensayar en tierra varias partes de la misión.

Laika, Albina y Muja.

Por tanto, la seleccionada sería Laika, una perrita callejera de dos años de edad y 6 kg de peso. Laika siginifica 'ladradora' en ruso y es que el equipo de Yazdovski la había bautizado así por su llamativo y sonoro ladrido, aunque lo cierto es que originalmente había recibido el nombre de Kudryavka ('ricitos'). El especialista en biomedicina Vasili Parin fue el encargado de la selección final, quien se decantó por la pequeña Laika debido a su comportamiento tranquilo.

Las tres perras fueron sometidas a varias operaciones quirúrgicas para colocarles varios sensores en sus cuerpos. En el cuello, cerca de la arteria carótida se les instaló un sensor para medir la presión sanguínea y el ritmo cardiaco y en las costillas se les colocaron sensores para medir la frecuencia de la respiración y electrodos de plata para los electrocardiogramas. Tras la operación, las tres perras pasaron a ser entrenadas para que colaborasen en las tareas médicas por la veterinaria Yekaterina Petrova.

Pocos días antes del lanzamiento, las perras fueron trasladadas al cosmódromo de Tyura-Tam (actualmente Baikonur) para permitir su aclimatación. Cada día, Laika se sentaba varias horas dentro de la cabina, donde se registraban sus parámetros fisiológicos. Además, Muja permaneció tres días enteros en el interior de la cabina. Sin embargo, al final del entrenamiento la perra se negó a comer y a beber. Aparentemente, la falta de sensaciones olfativas dentro de la cabina impedía que el animal sintiese apetito. Esta situación se solucionó colocando un pequeño trozo de embutido dentro de la cabina.

El 19 de octubre el cohete R-7 de la misión y los elementos del Sputnik 2 llegaron al cosmódromo. Koroliov haría lo propio ocho días más tarde. Posteriormente se descubrió que el temporizador encargado de activar y desactivar varios sistemas había dejado de funcionar, así que fue necesario reemplazarlo. La mañana del 31 de octubre fue el día de la verdad para Laika. Tras desinfectar la zona de los conectores para los sensores situados en la piel del animal, la perrita fue introducida en la cabina hermética al mediodía. A eso de la medianoche fue trasladada a la rampa, donde le esperaba su cohete ya en posición vertical.

Laika antes del vuelo.

Laika estuvo vigilada en todo momento por dos ayudantes de Yazdovski, quienes decidieron introducir aire caliente en el contenedor para mitigar las bajas temperaturas otoñales. Por fin, a las 5 horas 30 minutos y 42 segundos (hora de Msocú) del 3 de noviembre de 1957 despegaba el cohete R-7 Nº M1-2PS con el primer ser vivo destinado a alcanzar el espacio. El despegue fue perfecto y el Sputnik 2, pegado a la etapa central del Semiorka, quedó situado en una órbita elíptica de 225 x 1671 kilómetros. Laika se convirtió así en la primera cosmonauta de la historia. La prensa soviética comunicó el lanzamiento del 'Segundo Satélite Artificial' -posteriormente se denominaría Sputnik 2 de forma retroactiva-, anunciando de pasada que un perro iba en su interior. Los medios occidentales prontó se hicieron eco del lanzamiento y Laika pasó a convertirse en una auténtica estrella mundial.

A través de la telemetría, los técnicos pudieron comprobar que Laika estaba viva y en buenas condiciones, aunque durante el lanzamiento se le había triplicado el ritmo cardiaco. Los médicos del equipo de Yazdovski no pudieron encontrar ninguna anomalía en las constantes vitales del animal. La ingravidez prolongada no parecía ser un impedimento serio de cara a los vuelos espaciales tripulados. Es imposible saber qué pensaría Laika al ver la Tierra a través de su ventanilla. ¿Miedo? ¿Indiferencia? Quién sabe.

Lanzamiento del Sputnik 2 con Laika.

Ritmo cardíaco de Laika.

Pero Laika murió pronto, una seis horas después del lanzamiento, por culpa de las altas temperaturas en el interior de su cabina. Los sensores biomédicos dejaron de funcionar después de la cuarta órbita, pero se cree que la perra falleció un poco antes. El sistema encargado de disipar el calor del satélite nunca había funcionado demasiado bien, aunque es posible que parte del material aislante que cubría la cabina de Laika se desprendiese durante el lanzamiento. La perrita sufrió una muerte horrible. De acuerdo con la telemetría, Laika no paró de agitarse y ladrar hasta el final. El sistema de telemetría siguió funcionando hasta el 10 de noviembre, cuando se agotó la batería. Los medios soviéticos ocultaron la causa de la muerte y declararon que la perra había sido sedada antes de que se le agotase el oxígeno, por lo que durante muchos años se creyó que Laika había muerto una semana después del despegue. El Sputnik 2 siguió orbitando la Tierra con el cuerpo de Laika en su interior hasta que el 18 de abril de 1958 se quemó en la atmósfera terrestre tras completar 2570 vueltas.

Curiosamente, décadas después se supo que el sensor de rayos cósmicos KS-5 había detectado indicios de la existencia de cinturones de radiación alrededor de nuestro planeta, pero puesto que los datos no eran concluyentes se decidió no hacerlos públicos. Pocos meses más tarde el satélite norteamericano Explorer 1 transmitiría los mismos datos, confirmando la existencia de los cinturones de Van Allen.

Datos del instrumento KS-5.

Laika fue al mismo tiempo el primer ser vivo en el espacio y la primera víctima de la carrera espacial. Su muerte causó una gran consternación en todo el mundo, aunque el impacto del logro tecnológico que supuso el Sputnik 2 se impuso a cualquier tipo de consideración moral sobre la misión.

Pero sería un error pensar que los ingenieros y científicos del proyecto no sintieron lástima por la pequeña perrita espacial. En palabras del propio Vasili Parin, el encargado de seleccionarla para el vuelo: "Laika era una perra maravillosa. Tranquila y muy apacible. Una vez, antes del vuelo hasta el cosmódromo, me la llevé a casa y se la enseñé a los niños para que jugaran con ella. Quería hacer algo bueno por la perra. Tenía tan poco tiempo para vivir...".

Y vivió poco tiempo, sí, pero llegó más alto y viajó más rápido que ningún otro ser vivo. Hace 55 años, Laika abrió el camino al espacio.



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